SOMBRA HELANTE.
Amor, la noche estaba trágica y llorosa cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura.
Tu forma fue una mancha de luz y de blancura.
Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante, bebieron en mi copa especialmente comprada tus labios de frescura y descansó en mi almohada tu cabeza fragante.
Me encantó tu descaro y adoré tu locura.
Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera; y tiemblo si tu mano toca la cerradura, y bendigo la noche sollozante y oscura
que floreció en mi vida tu boca tempranera.
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