TE ABORRECI Y NO VOLVIMOS (O T.L.C.)
Un “panel de expertos” observó
y dijo: aquí no es
que no haya más nada, aquí
hay fuego, hay cenizas,
semillas y también barro.
pero ante todo hay un gran abismo
una fractura abierta en el
inconsciente, un lugar
abierto, indeterminado, una hebra
desconectada como alguien
que se levanta muchísimo
más temprano. Según
Lacan la verdadera enfermedad
mental del ser humano
es creerse un yo.
Aunque sea el rey
el que se cree rey
Aunque sea Jesús
el que se cree Jesús
Aunque sea Cleopatra
la que se cree Cleopatra
Aunque sea Tinelli
el que se crea Tinelli
Aunque se crea Macri
el que se cree Macri
Aunque sea Bergoglio
el que se crea Francisco
es entonces cuando ese
alguien está loco.
Puede apagarse una luz
en el corazón. Vos te creíste
el dueño del dolor
en los huesos, en la panza, la
cabeza, el corazón
creíste tener
la hegemonía de la
tragedia te creíste un yo.
Todo esto sucedió hace años
en un mundo remoto
y triste no podíamos respirar ni
tocarnos y nos tomábamos
la fiebre al menos tres veces
al día. No pienso en vos
como una mala mujer
eras una mujer asustado: algo
se había roto
adentro tuyo, lo sentiste
una mañana en el medio
del pecho ahí donde empieza
el estómago, las entrañas,
sobresalía, una bestia extraña,
suave, que te comía por dentro,
una mujer, un hijos, volver
a tener una familia. ¿Y de quién
es la culpa de que hayan
matado lo blando delante
de tus ojos? La historia
no se repara sino al estar
en otro lugar. Y en ese otro
lugar también te persigue.
O acaso no nos fuimos a una
isla departamento para estar menos expuestos,
para no estar expuestos
permanentemente? Fue al revés.
A la hora de la siesta el animal
grande se comió al chico.
No supiste si decírmelo. Silencio.
Renuencia a hablar, a hablar
de sí, misterio. Control
de las reglas del diálogo.
No contestar no preguntar
no escuchar. Clausura se
cierra la compuerta. El río
puede hacer locuras
inundarlo todo y desaparecer
a la mañana siguiente
dejando agujeros en las
paredes de barro, cuevas
para las alimañas del semen.
Los restos quedan
en la orilla junto a los
juncales, los globitos rosados
de los caracoles. Esos días
juntamos tierra en cuchara
al costado del camino de piedra
gajos para llevar al volver
de esa abundancia agreste
que habíamos construido vos y yo,
dos castillos con una fosa
de cocodrilos en el medio
un río bravo, una calle
a contramano, un hospital; imposible
ya tender
un puente. El calor .
BARRO, SYD BARRO.
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